jueves, 11 de octubre de 2012

OSWALD, UN ASESINO DE AQUÍ TE ESPERO

Jordi Costa
Si hubiese que resumir “22/11/63” de Stephen King en una línea se podría decir que es la historia de un tipo que viaja en el tiempo para evitar el asesinato de Kennedy. La modalidad de viaje en el tiempo que propone la novela es bastante peculiar: en el almacén del dinner que regenta un amigo del protagonista se abre una “madriguera de conejo”, una puerta que conecta el presente con el 9 de septiembre de 1958. Cada vez que uno traspasa la madriguera, el tiempo se resetea. En ese dinner, las hamburguesas son tan baratas que los clientes sospechan que puedan ser de carne de rata: en realidad, el amigo del protagonista compra la carne en 1958. ¡¡Siempre compra la misma carne… reseteada!!  Los personajes no pueden desplazarse a lo largo y a lo ancho del tiempo a su antojo: si el objetivo es salvar a Kennedy, no queda más remedio que esperar… matar el tiempo… echar el rato en el pasado. King ha creado una novela apasionante a partir de esa idea y a su protagonista no dejan de pasarle cosas, pero ¿ha perdido el autor la oportunidad de escribir la primera historia contemplativa de viajes en el tiempo?, ¿cómo hubiese sido “22/11/63” si nos la hubiese contado, pongamos por caso, Aki Kaurismäki?
Esta semana nos titula:
Marcos Ordóñez 

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