jueves, 18 de octubre de 2012

ACHTUNG PALOMITEROS!


Jordi Costa
En “La zona muerta” de David Cronenberg, adaptación de la novela homónima de Stephen King, Christopher Walken encarnaba a un tipo que, tras sufrir un accidente, era capaz de ver el futuro de sus semejantes por simple roce táctil. Cuando le daba la mano a un candidato en plena campaña electoral, descubría que, si ese político acababa llegando al poder, sería el responsable de desencadenar la Tercera Guerra Mundial. En el clímax de la película, el protagonista se apostaba como francotirador en un mitin donde el político, al que daba vida Martin Sheen, tenía que dar un discurso. El primer disparo fallaba el objetivo, pero el político decidía protegerse de la forma más ruin posible…

En ese universo ideal, el político no moría, pero su gesto fulminaba su carrera política. Por tanto, la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial quedaba anulada.

Viendo “El artista y la modelo” de Fernando Trueba me acordé de esa escena de “La zona muerta”. Tuve la impresión de que el director hacía lo mismo que Martin Sheen, con el agravante de que el bebé tras el que se parapetaba era, además, un ilustre difunto: un Jean Renoir recién nacido y a la vez viejísimo…
En un momento de la película, el otoñal escultor interpretado por Jean Rochefort dice algo así como: 
Probablemente, Benny Hill lo habría dicho de otra manera, pero, ojo… ¡habría dicho lo mismo! (Vale, quizá hubiese cambiado el aceite de oliva por un steak & kidney pie). Trueba logra convertir un apunte machista y gañán en aforismo hedonista dolorosamente humano. Aquí no estamos en una novela de Stephen King y su jugarreta le ha reportado múltiples parabienes.
Esta semana nos titula: Pedro Vera

jueves, 11 de octubre de 2012

OSWALD, UN ASESINO DE AQUÍ TE ESPERO

Jordi Costa
Si hubiese que resumir “22/11/63” de Stephen King en una línea se podría decir que es la historia de un tipo que viaja en el tiempo para evitar el asesinato de Kennedy. La modalidad de viaje en el tiempo que propone la novela es bastante peculiar: en el almacén del dinner que regenta un amigo del protagonista se abre una “madriguera de conejo”, una puerta que conecta el presente con el 9 de septiembre de 1958. Cada vez que uno traspasa la madriguera, el tiempo se resetea. En ese dinner, las hamburguesas son tan baratas que los clientes sospechan que puedan ser de carne de rata: en realidad, el amigo del protagonista compra la carne en 1958. ¡¡Siempre compra la misma carne… reseteada!!  Los personajes no pueden desplazarse a lo largo y a lo ancho del tiempo a su antojo: si el objetivo es salvar a Kennedy, no queda más remedio que esperar… matar el tiempo… echar el rato en el pasado. King ha creado una novela apasionante a partir de esa idea y a su protagonista no dejan de pasarle cosas, pero ¿ha perdido el autor la oportunidad de escribir la primera historia contemplativa de viajes en el tiempo?, ¿cómo hubiese sido “22/11/63” si nos la hubiese contado, pongamos por caso, Aki Kaurismäki?
Esta semana nos titula:
Marcos Ordóñez 

jueves, 4 de octubre de 2012

DIAGNOSTICO DE UN CUERPO DESNUDO: EL CINE

Jordi Costa
En el cine contemporáneo, el cuerpo humano ha dejado de ser icono para convertirse en problema.El glamour habitado por criaturas perfectas, casi divinas, ha dado paso a fantasmagorías, mutaciones, anatomías fluidas o difuminadas, metástasis, patologías de nuevo cuño… Cuerpos para una taxonomía de la monstruosidad, la vulnerabilidad o la desaparición. Mientras su propio organismo se batía en duelo con la muerte, Domènec Font catalogó todos esos cuerpos elocuentes del cine posterior a 1980 en “Cuerpo a cuerpo. Radiografías del cine contemporáneo”, una obra testamentaria, pero, también, una obra total, uno de los libros de análisis cinematográfico (y filosófico) más asombrosos de la temporada.
Esta semana nos titula: Bárbara Lennie